'Los tipos malos 2' juega la carta 'Fast & Furious' en una encantadora secuela más grande, más desquiciada y rebosante de cinefilia

Hace tres años, la prolífica factoría de Dreamworks Animation, que debutó en un ya lejano 1998 con ‘Antz’ y que ha firmado joyas de la talla de ‘Cómo entrenar a tu dragón’, ‘Shrek’ o ‘Chicken Run: Evasión en la granja’ —esta última junto a la gente de Aaardman Animations—, introdujo en una coctelera la esencia de ‘Ocean’s Eleven’, una pizca del espíritu de Quentin Tarantino y, tomando como base los libros infantiles de Aaron Blabey, moldeó una pieza del mejor cine familiar que se ha estrenado en lo que llevamos de década.

‘Los tipos malos’ fue un auténtico disfrute en el que la comedia, la aventura y un acabado visual más que notable hicieron las delicias de propios y extraños pese a su cariz telegrafiado y previsible, requerido para abrirse paso hasta el sector más joven. Aún así, la cinta de Pierre Perifel se ajusta al calificativo de éxito y, como tal, su secuela terminó siendo algo inevitable que, además, abre paso a una de las grandes cuestiones que puede plantearse un estudio.

Esta no es otra que la que invita a pensar en qué puede hacerse cuando una primera entrega ha supuesto un logro creativo y comercial en absoluto desdeñable— recaudó 250 millones de dólares sobre un presupuesto estimado en unos 80 millones—. En esta ocasión, Perifel ha optado por la contestación más contundente posible, tomando la ruta ‘Fast & Furious’ y apostando por el «más grande, más loco y mejor».

Tipos malos, resultados notables

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Si la jugada del realizador, en la que el cine de atracos más o menos terrenal —dentro de los cánones de la animación en clave infantil— abre paso a los delirios espaciales y las setpieces aún más desquiciadas y ambiciosas, ha salido relativamente redonda es por algo muy concreto: ‘Los tipos malos 2’ es más inteligente que su predecesora y no duda en apelar al público adulto con una mayor frontalidad que se ve reflejada en múltiples aspectos.

El primero de ellos y, probablemente, el que marca realmente la diferencia, es un sentido del humor que ha ganado enteros en efectividad, que hila muchísimo más fino —que se utilice un macguffin que, literalmente, es un mineral llamado Macguffinita, es brillante—, y que asume riesgos inesperados en no pocos momentos a dejar fuera de la ecuación a la chavalería.

Pero esto no quiere decir que la cinta no tenga reclamos para todos y cada uno de sus espectadores potenciales. ‘Los tipos malos 2’ tiene slapstick pasado de vueltas con todo lo bueno de la comedia física, chistes de pedos, dinámicas de personajes que resonarán más con los más talludos del patio de butacas, referencias al séptimo arte que van desde Louis De Funes a ‘El silencio de los corderos’… La experiencia, desde luego, es completísima.

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Junto a esto, su surtido de protagonistas continúa siendo tan encantador como en la película original y vuelve a estar perfilado con un mimo más evidente. No puede decirse lo mismo de un grupo de villanas que es plenamente funcional, pero que pide a gritos un tratamiento algo más cuidado y tridimensional, alejado de los clichés arquetípicos que terminan moldeando al trío —lo cual, por otro lado, no deja de ser un mal menor fácilmente perdonable—.

A todo esto debería sumarse una animación fantástica, con un uso del 3D tan impecable como el diseño de producción, unos juegos con el framerate geniales, usos muy acertados de las líneas cinéticas que aportan un extra de intensidad, pequeños fragmentos bidimensionales vistosísimos… El largometraje es una explosión de color y movimiento que hace casi imposible no estar con los ojos clavados en la pantalla en todo momento.

Desgraciadamente, pese a las mejoras sustanciales, ‘Los tipos malos 2’ hereda el gran mal de su anterior iteración: el target principal vuelve a pasar factura e implica que, a nivel dramático, la historia vuelva a antojarse de lo más previsible, estando casi exenta de sorpresas para el espectador más curtido en la materia; algo que, siendo justos, era completamente de esperar tratándose de un producto de este corte.

Sea como fuere, la nueva colaboración entre Dreamworks y Pierre Perifel nos regala una hora y media de entretenimiento puro y duro en el que las carcajadas están aseguradas independientemente de las canas que se peinen. Y eso, en pleno 2025, es un logro al alcance de muy, pero que muy pocas producciones.

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La noticia

‘Los tipos malos 2’ juega la carta ‘Fast & Furious’ en una encantadora secuela más grande, más desquiciada y rebosante de cinefilia

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por
Víctor López G.

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